alergias y sistema inmune

La relación de las alergias con el sistema inmune

El sistema inmune tiene una función principal, que es proteger el organismo de patógenos. Éste está formado por un conjunto de procesos corporales y estructuras constituidas por una red de células que interactúan entre ellas y con otras células y tejidos. Su función no es solo proteger el organismo de patógenos y otras sustancias ajenas, sino que también de destruir las células infectadas y alteradas. El sistema inmune previene del desarrollo de enfermedades infecciosas y alergias contribuyendo a mantener la homeostasis.

Cuando un patógeno rompe estas barreras, el sistema inmune innato da una respuesta inmediata pero no específica. Si éste evade la respuesta innata, existe otra capa de protección, el sistema inmune adaptativo, que es activado por la respuesta innata. Como su nombre sugiere, la respuesta adaptativa se adapta a una amenaza particular enfrentada por el cuerpo (infección, células cancerígenas etc.) y recuerda este mecanismo de protección después de que el reto se haya superado.

Esta respuesta de la que hablamos, mejorada, permite una respuesta más rápida y fuerte del sistema inmune frente al mismo patógeno cuando se encuentra de nuevo.

El sistema inmune es capaz de distinguir entre lo propio y lo ajeno, una habilidad esencial para ejecutar su principal función. Distintos componentes del sistema inmune han evolucionado para proteger específicamente frente a distintos tipos de patógenos y anormalidades celulares.

Es importante tener en mente que la invasión de los tejidos por una amenaza externa no implica necesariamente el desarrollo de la enfermedad, ya que en la mayoría de los casos, el sistema inmune es capaz de eliminar el agente invasor previamente. La enfermedad se produce sólo cuando la cantidad del patógeno o su virulencia es elevada, o cuando la inmunidad está comprometida.

El complejo sistema inmune humano es esencial para vivir. No obstante, ocasionalmente, puede ser víctima de desequilibrios homeostáticos que evitan que las células del sistema inmune lleven a cabo sus tareas. Uno de los principales desequilibrios son las alergias.

Alergias

Las alergias son respuestas inmunes a sustancias llamadas alérgenos que, normalmente, no son dañinas. Los alérgenos habituales son medicamentos, polvo, alimentos, polen y animales.

Las personas alérgicas tienen respuestas inmunes exageradas frente a los alérgenos. Cuando el sistema inmune reconoce a uno de ellos, responde liberando sustancias como la histamina, que producen los distintos síntomas de la alergia, que pueden variar en función de la parte del cuerpo afectada.

Los alérgenos inhalados pueden dar lugar a una nariz congestionada y con picor, moco, tos y sibilancias, mientas que los alérgenos que entran en contacto con los ojos pueden causar picor, lágrimas, enrojecimiento e hinchazón del ojo.

Los alérgenos ingeridos pueden dar lugar a náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea, mientras que los alérgenos que contactan con la piel pueden dar lugar a erupciones, urticaria, picor, formación de ampollas y descamación de la piel.

En algunos casos se pueden producir complicaciones como anafilaxis (reacción alérgica peligrosa para la vida), problemas respiratorios (asma) y malestar.

La mayoría de alergias se pueden evitar fácilmente, pero si esto no es posible, existen distintos tratamientos sintomáticos efectivos. En función de la localización y severidad de las alergias, se prescriben distintos medicamentos, desde antihistamínicos y descongestionantes a corticoides.

Cómo modular nuestro sistema inmune

Hay una ‘’cosa’’ llamada betaglucanos que puede ser la solución a muchos de nuestros problemas con el sistema inmunitario. Tal y como explicamos en otro artículo, los beta-glucanos son nutrientes que forman la pared celular de levaduras, hongos, bacterias y de algunos granos como la avena o la cebada, y su función es, básicamente, inmunomoduladora.

Aumentan la resistencia del organismo frente a los patógenos invasores, o dicho de otra manera, ayudan a prevenir gripes y  constipados, por ejemplo.

Técnicamente, los beta-glucanos activan la producción de macrófagos, neutrófilos, monocitos y células Natural Killer, modulando así la respuesta inmune. Hablando de forma más mundana, los betaglucanos actúan como si fuera un virus o patógeno que entra en nuestro cuerpo. Esto hace que nuestras defensas se pongan en marcha y, así, se mantengan activas para cuando realmente nuestro organismo sufra un ataque nocivo.

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